12 mayo 2016

Summerhill y la libertad de aprender

Estoy leyendo estos días un libro de la colección de Hacer Familia, "La tolerancia", de Alfonso Agulló.

Habla en el libro, como ejemplo de educación tolerante llevada al extremo, de la escuela de Summerhill. Me quedó curiosidad por saber más de ella, y he encontrado alguna información interesante.

Es un tipo de educación que no me resulta extraña, pues me recuerda a cómo pasaba yo los veranos, a la libertad y mil posibilidades que tenía en una familia de ocho hermanos, con el bosque de Guadarrama, las montañas y playas de Galicia, y con todos los libros del mundo por leer cuando se me antojase. Me resulta seductora la idea de que un niño disponga de su tiempo para sí mismo, y no tenga que seguir el ritmo de sus compañeros y maestros en todo.

A la hora de leer, no hay nada que me guste más que la libertad, de hacer y leer lo que uno quiera, con las mil posibilidades que eso implica. La lectura como placer de un "desocupado lector". Cómo me gusta esa expresión de Cervantes al principio del Quijote (al principio del prólogo).

Pero como algo me chirriaba en lo de Summerhill, he seguido leyendo. Y he encontrado cosas que no me gustan tanto. No me refiero a la polémica que casi lleva a su cierre en 1999. Me alegro de que el sentido común británico ganara y les dejaran seguir educando a su manera, libremente. Eso es auténtica defensa de la libertad de elección de la enseñanza. En la mucho más reglamentista España, les habrían cerrado la escuela, seguro.

Lo que no me gusta es lo que leo en dos sitios distintos. En uno de ellos, defensores de Summerhill, presumen de que cuando les visitó un pastor protestante, le dijo al fundador: "Qué montón de niños felices tiene usted aquí. Lástima que todos sean paganos".(*) Lo ponían como un punto de orgullo, y a mí me apena. El paganismo será para ellos un orgullo, pero es una pobreza para mí. Claro que si sus padres son paganos hacen bien en enseñarles sus creencias, pero no dejan de ser una pobreza y un error.

Peor aún me entristece más leer el testimonio de un tal Freer Spreckley en lo que se supone es un artículo en defensa de la escuela (**) . En algunos testimonios se ve que para chicos suficientemente automotivados la escuela era un paraíso donde aprender a su ritmo. Pero para otros, fue un paréntesis en el que ¡ni siquiera aprendió a leer y escribir y nadie se ocupó de ayudarle en eso! Eso es algo peor que libertad excesiva, eso es pereza y desinterés de parte de los profesores, Y en una escuela tan pequeña, de solo 70 alumnos entre 6 y 16 años, es imposible que un chico pase allí diez años sin que se den cuenta de algo así, salvo que les de todo igual. Eso demuestra poco amor y poca atención.

Yo mismo pienso que ahora mismo les dan demasiados contenidos formales a los niños (mis hijos llevan unos treinta libros cada año al colegio), lo que deja poco espacio para leer lo que te apetezca. Pero leer es una de las herramientas básicas que un niño debe tener. Pensar en un niño como ese, que dice que después por su cuenta logró aprender, una vez fuera de Summerhill, me recuerda a la gente que vivía en la aldea de Galicia a la que íbamos cada verano, con una playas inmejorables muy cerca de ellos, pero a las que no habían bajado nunca en la vida. La principal razón: que no sabían nadar. Si alguien les hubiera enseñado a nadar, podrían haber elegido ir o no ir a la playa. Algunos no habrían ido, pero otros no habrían dejado de hacerlo por miedo a morir en el agua.

La cultura escrita que tiene cualquier persona a su lado es como el mar: en libros, en internet, en periódicos... hay de todo y cada cual elegirá por dónde navegar. Pero si a un niño no le enseñas a leer le dejarás muerto de miedo al lado del mar aunque se muera de ganas por bajar a la playa.

Eso es un crimen. Summerhill me da envidia por lo que tiene de unas vacaciones permanentes. Seguro que algunos niños, los que tengan familias que les suplan las carencias de la escuela, lo disfrutarán un montón. Pero los que no tengan alguien que se preocupe de ellos, como ese niño (huérfano de madre y con el padre agobiado por la muerte de su mujer), no parece el mejor sitio para estar, dejando pasar el tiempo sin más.

25 enero 2016

No hay palabras

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Siempre me ha molestado la frase hecha de “No hay palabras”. Para describir lo que siento, para explicarte la experiencia de Dios que he tenido, para contarte lo guapa que era la chica de la que me he enamorado, para hablar de la música o de la pintura. ¡Nunca es verdad que no haya palabras! Lo que ocurre, mucho más a menudo, es que hay palabras de sobra, un exceso de palabras, tantas palabras por decir que nunca encontrarás tiempo o paciencia en los que te rodean para escucharlas.

A veces sí que es aplicable lo de “me faltan las palabras”. Por ignorancia -qué pena-, por pereza, por tener la mente o el alma abrumadas, hay muchos momentos de la vida en que no encuentra uno las fuerzas ni las palabras para hablar. Pero palabras siempre hay. Están ahí dispuestas, esperando a que las hagamos bailar para empezar a existir, para reflejar otra cara de la realidad que describen. Hay palabras, muchas palabras, demasiadas palabras.

A veces pienso que algún día escribiré un libro, que será el fruto maduro de todas las lecturas que he hecho en mi vida, de toda la música, de todos lo dolores y todas las alegrías. Mi mente perezosa y procastinadora colecciona los casos de gente que a la vejez ha dado a luz un libro maravilloso que nadie esperaba, como el autor de “El río de la vida”, de maestros que no empezaron a componer hasta pasados los cuarenta, como Tchaicovsky o pintores como Gauguin. Pero eso también es mentira: el mañana no existe, y eso no es una frase hecha sino una perogrullada. Probablemente moriré pronto, dentro de un día en un accidente de tráfico, dentro de un mes en una mesa de operaciones, dentro de un año en medio de un crisis depresiva, dentro de diez de un ataque al corazón, dentro de treinta de un cáncer o dentro de cincuenta “da morte”, en cualquier caso será pronto y no habré escrito ese libro. En el Cielo no se escriben libros, pero sí se leen una y otra vez con deleite los mejores alguna vez escritos. En el Infierno se odialos que nunca se escribieron, y aquí en el Purgatorio se sufre por los que quedaron sin escribir.

Claro que hay palabras, siempre las hay, solo falta ponerlas a bailar.

23 julio 2014

El Niño arrugando un libro

Hoy me he enterado de que ahora El Prado es gratis todos los días de 18:00 a 20:00, cada tarde de la semana. He aprovechado para hacer una visita corta a las salas de pintura flamenca de la planta baja, una gozada.
Hay que ver qué paz y qué sonrisa la de la Virgen mientras el Niño le arruga el libro. A Ella le pido que todos los padres tengamos ese buen humor con los nuestros


Muy de agradecer también el que han escaneado todos los cuadros expuestos, y allí mismo dan la referencia de catálogo para poderlos ver después en casa sin tener la tentación de hacer fotos a hurtadillas.

Eso sí, aunque están escaneados a muy buena resolución, verlos allí sigue siendo otra cosa. 

27 abril 2014

Memoria de cuatro Españas, de Carlos Robles Piquer

Hoy he aprendido una palabra nueva: paremia. La usa Carlos Robles Piquer, mi tío, en sus memorias, que estos días estoy teniendo la suerte de poder leer. Paremia es una frase breve que hace reflexionar y aprender algo nuevo. El padre de mi tío, don Eduardo Robles, escribió un libro donde recogió una colección de paremias de la literatura clásica, lo que hoy día se haría en Wikiquotes. Qué buen ejemplo me ha resultado lo que cuenta mi tío Carlos de su padre: ante dos golpes bien fuertes en su vida (la muerte de su mujer y la finalización forzosa de su carrera militar al acabar la Guerra Civil en el bando republicano), lo que hace su padre es volcarse en algo que siempre le había gustado, las letras, y escribe y lee bastante desde ese momento. Pasaba las tardes en la biblioteca del Ateneo leyendo los clásicos, y después iba a misa por allí: ¿se puede pedir mejor manera de aprovechar el tiempo? Y de todo ello, sacó ese libro de paremias. Así que, además de recopilarlas, las vivió.

18 octubre 2013

Neil Gaiman: por qué nuestro futuro depende de las bibliotecas, de la lectura y de la imaginación

El pasado martes 15 de octubre, Neil Gaiman pronunció una conferencia para la Reading Agency, una ONG británica que promueve la lectura, en especial a través de las bibliotecas. 

La charla me ha parecido emocionante como lector de biblioteca que siempre he sido. Se lo he comentado a mi bibliotecaria esta tarde, y me había puesto a traducir el texto de Gaiman cuando he encontrado que ya lo habían traducido en el blog de Cuaderno de Retales. 



La parte que más me ha gustado es en la que dice: "Creo que tenemos responsabilidades para con el futuro. Responsabilidades y obligaciones para con los niños, con los adultos en los que esos niños se convertirán, con el mundo en el que se encontrarán. Todos nosotros - como lectores, escritores, ciudadanos- tenemos obligaciones. Intentaré citar algunas de esas obligaciones.

Creo que tenemos la obligación de leer por placer, en privado y en público. Si leemos por placer, si otros nos ven leyendo, aprendemos, ejercitamos nuestra imaginación. Mostramos a otros que leer es algo bueno.

Tenemos la obligación de apoyar a las bibliotecas. Usarlas, animar a otros a usarlas, protestar contra su cierre. Si no valoras las bibliotecas, no valoras la información, o la cultura, o la sabiduría. Estás silenciando las voces del pasado y dañando el futuro.

Tenemos la obligación de leer en voz alta a nuestros hijos. De leerles cosas que disfruten. De leerles historias de las que ya estamos cansados. De hacer las voces, de hacerlo interesante, de no dejar de leerles solo porque han aprendido a leer. Utilizad el tiempo de leer como tiempo de crear lazos, como tiempo en el que no se mira el móvil, en el que las distracciones del mundo se dejan a un lado."

Qué bien explica Gaiman lo que vale el trabajo de los bibliotecarios. Por mi parte, siempre lo he pensado pero hoy Gaiman lo ha expresado mucho mejor: cuánta riqueza le han dado las bibliotecas a mi vida y a la de mi familia. 

¡Muchas gracias, bibliotecarios!

24 febrero 2011

Reseña de la mesa redonda en el Instituto Cervantes, 23 de febrero, con Elia Barceló, Luis Alberto de Cuenca y José María Merino

¡Qué bien me lo he pasado hoy! Como no he ido nunca, no sé si en las Hispacones, Semanas Negras y Tertulias varias se suele reunir gente que de tanto juego como los tres de la mesa redonda que ha habido esta tarde en el Instituto Cervantes.

Empezó hablando Elia Barceló. Que no sólo habló: se la veía que estaba disfrutando tanto de la conversación que no podía reprimir gestos (y exclamaciones) de asentimiento o de horror, según los demás hablaban de cosas que le gustan (las citas del moderador de Blade Runner o de Bradbury. Casi aplaude cuando leyó una cita de “La mano izquierda de la oscuridad”) o que no le gustan (C.S.Lewis, que citó Luis Alberto de Cuenca). Me encantó lo que decía y cómo lo decía, y resulta que coincido con sus autores favoritos: Bradbury, Dick, según qué cosas de Ursula K. Le Guin (no lo de fantasía) y Connie Willis. Después de oirla hablar, decidí unirme inmediatamente a su club de fans. Ah, ahora que lo pienso: ya estoy en él (literalmente, en Facebook)

Luis Alberto de Cuenca resultó ser un conversador y moderador fascinante. Empezó dejando claro que para los que somos frikis no nos basta con la ciencia ficción: nos gusta el pack completo de cinco géneros, el que lleva CF+aventura+fantasy+literatura fantástica+terror. ¿No coincide eso con la definición de es.rec.ficcion.misc? Por literatura fantástica entendí que se refiere a Borges, Cortazar, supongo que también a los románticos como Bécquer, pues situó su origen en la Revolución Industrial, el siglo XVIII. Citó a Julián Díez profusamente, sobre todo por el libro de 100 novelas de ciencia ficción del siglo XX, y también se preocupó de hacer un repaso a un buen puñado de escritores españoles actuales, Vaquerizo, Mallorquí, León Arsenal, Juanma Santiago…

Cuando sea mayor quiero ser como José María Merino: qué fuerza y qué claridad al hablar. Acuñó sobre la marcha una nueva definición (otra más) para la ciencia ficción: poesía no metafísica, sino materialista. Explicó cómo la ciencia ficción en realidad, para él, era una cosa muerta, hasta hace pocos años. Muerta, del pasado, porque los grandes escritores de la edad de oro ya están casi todos muertos. Pero que “como un meteorito radioactivo” parece que está haciendo sentir su efecto actualmente, donde siente que la CF vuelve a resurgir. Comentó el título de un ruso [¿alguno lo pilló?, no lo conocía] escrito recientemente que le había gustado mucho. Por lo visto, reencontró la CF gracias a que le incluyeron en aquel libro de 100 novelas, por una novela que escribió en los 70, en la que un hombre escribía una novela de ciencia ficción. Dice que le sorprendió que alguien la considerara novela de género, pues siempre la había considerado un juego metaliterario. Pero que se sintió muy agradecido de ese enfoque [Aquí es donde comentaron que por qué Julián Díez no subía a la mesa, cuando todos hablaban de él  ].

Como estaban todos tan de acuerdo en todo (Luis Alberto citó muy finamente a que era hora de abandonar la actitud autocomplaciente tan censurada por uno de los personajes de Pulp Fiction), empezaron a abrir el abanico de temas .Que por qué no incluir a Edgar Rice Burroughs, el de La princesa de Marte, o a C.S. Lewis, en el canon de 100 libros. Que cada uno dijera sus tres autores favoritos: Merino dijo que Asimov, Fredric Brown y Bradbury; Luis Alberto, Bradbury, algunas cosas de Le Guin y Cordwainer Smith [este último me lo he apuntado para leerlo alguna vez]

El moderador, había elegido unas cuantas citas fantásticas: hizo una de Brian Aldiss, sobre “por qué amo la ciencia ficción” que me pareció preciosa. Dejó fluir la conversación, que en muchos momentos empujó Luis Alberto (qué bueno cuando se hizo regalar un libro por el moderador). Merino comentó como vías de la CF actual el steam-punk, que le parece muy divertido. Dijo que está peleando para que “distopía” entre en el diccionario, aunque Francisco Adrados se oponga por motivos filológicos que, en realidad, están más justificados con “utopía”, que ya está de hecho desde hace años en el diccionario. Se esforzó todo el rato por hablar de “ficción científica”, por ser una traducción más correcta de science (adjetivo) fiction (sustantivo), aunque reconoció con mucha gracia que en realidad es una batalla perdida, y siempre se atascaba y le salía decir ciencia ficción (qué risa cuando dice “es que me tropiezo en todas, no fallo una”)


Muy interesante también el comentario de Luis Alberto sobre lo importante que es, para ganar lectores, lo que se haga entre los 13 y los 16 años, un tiempo en que uno tiene fuerzas para ser un lector voraz: si a esa edad obligas a leer a disgusto, habrás amargado a un lector de por vida. ¡Que los profesores les den a leer cosas que les apasionen! CF, y no “todos los años Marianela”, como dijo Elia. “¡Pues a mí me encanta Marianela!”, salta Merino. “Si es CF, todo eso de que recupere la vista” .Qué risas.

En las preguntas, lástima que no entraran más en la que hizo una chica, sobre el ciber-punk (¿Neal Stephenson es ciber-punk?), la ciencia ficción sobre lo relacionado con la informática. Estoy deseando, por mi parte, que haya muchos más como Neal Stephenson, pues si trabajamos, y pasamos nuestro ocio aquí, ojalá que muchos más lo lleven a buenas novelas.

Un tal shingouz hizo la última pregunta desde el público: que si habían leído “La carretera”. Sólo la conocía Elia, que dijo que lo disfrutó muchísimo (bueno, sufrir, más que disfrutar), menos el final, americano y cobarde. Otro tema que daría para otra mesa redonda: “La carretera”, las distopías, y cómo deberían terminar (a mí tampoco me gusta el final, pero creo que también hubiera sido un error el final obvio y esperable “todos mueren”. Me da que es un gran libro, en el borde justo de la obra maestra, en el que alguien debería reescribir el final, pero no sé exactamente cómo).

Me quedé luego pensando en algo que Merino dijo, repitiendo una frase de su discurso de entrada en la RAE: que la tradicional aversión española de la literatura “oficial” por lo fantástico, considerado bastardo frente a la literatura realista, tiene su procedencia en la inquisición y la censura eclesiástica, que lo vería como competencia de la religión católica. No lo podría asegurar, pero me da que esa idea viene de un prejuicio anticlerical de Merino: en el catolicismo que conozco (el del siglo XX y de tradición jesuítica) más bien se siente simpatía, como un sano divertimento, como un medio de acercarse a las clases populares (para evangelizarlas a la vez, supongo, para instruir a la vez que entretener) todo lo relacionado con los cuentos populares, con la mitología clásica, con los cuentos de Bécquer, con las leyendas del mundo.... Más recientemente, Tolkien es literalmente reverenciado entre los lectores católicos de todos el mundo (y no por ser católico, sino por sintonía casi inmediata): en mis tiempos mozos, cuando me relacionaba con ellos, la Sociedad Tolkien Argentina estaba llena de curas. Luis Alberto comentó, creo que con razón, que ese desprecio por lo fantástico y veneración de lo realista, en realidad tendría un origen bastante reciente, en el siglo XIX. No sé, quizá Merino lo haya estudiado y tenga datos históricos que me faltan, pero creo que los censores eclesiásticos le tendrían la misma tirria a lo fantástico y a lo realista, no creo que hicieran distingos entre géneros.



Me he apuntado para leer: Mercaderes del espacio, Cordwainer Smith, James Tiptree Jr, Christopher Priest (creo que lo alabó tanto Merino como Elia). También he apuntado Ciudad, de Clifford Simak (aunque aquí Elia puso mala cara).

Si no me equivoco, les faltó hablar de Lem, pero es que no daba tiempo para más: una mesa para volverla a repetir. Si alguno organizáis algún sarao de estos, juntadlos otra vez a los tres, hacía tiempo que no veía un debate tan bien llevado y dando tanto juegos unos a otros. Lo dijo Luis Alberto: últimamente las mesas redondas se han convertido en tres conferencias de 25 minutos, consecutivas y que duran hasta que el público empieza a mirar los relojes. Todo lo contrario que hoy, nos dejaron con ganas de más: si hubiera sido un concierto, el aplauso (que fue muy caluroso) hubiera seguido hasta que hicieran bises.

24 junio 2009

Valerian y Laury: qué libros me gustan más de la serie


Si quieres leerte una crítica exhaustiva de la serie antes de arriesgarte a comprarla, te recomiendo la que puedes encontrar en http://www.noosfere.org/mezieres/pages/extras/articles/U23.htm . Tiene algunos spoilers en la parte en que explican los albumes uno por uno, pero no demasiado graves. Pero si prefieres no saber nada sobre las historias, mejor no te leas más que la primera parte, en que explica algunas cosas sobre Mezieres. Y a continuación te cuento mi opinión, sin spoilers de ningún tipo.

Suscribo casi todo lo que dice el autor de ese artículo, entre otras cosas que lo mejor de la serie es lo que pone Mezieres, un dibujo seductor pero siempre al servicio de la historia, evitando lucirse gratuitamente. Los guiones van de lo entretenido a lo apasionante, y acaban en los últimos tomos por ser una castaña con bichos.

Para mí los álbumes de Valerian irían clasificados así, por orden de mejor a peor:

1. Los pájaros del amo (Les oiseaux du maître, 1973),
2. El embajador de las sombras (L 'ambassadeur des ombres, 1975)
Los dos mejores en guión y dibujo. Si no te gustan, solo hay dos alternativas. O te gusta un estilo más "crepuscular", como al autor del artículo, el cual prefiere los libros que yo aquí numero como noveno y décimo, o es que Valerian no va contigo, y te va a parecer algo "menor" como a Spiff. En este segundo caso, con leerte esos cuatro libros ya habrías hecho más que suficiente para formarte un idea.

El siguiente en mi lista requiere haberse leido antes unos cuantos libros, para orientarse en cuanto a la situación vital de Valerian y Laury, pero no sería imprescindible para comprender la trama del álbum. A mí me gusta mucho cómo está escrito, y el tono y la historia son más maduros de lo habitual en la serie. Para mi gusto es una pequeña joya, aunque creo que es una opinión no demasiado compartida. Incluso sospecho que debió venderse muy mal en Francia, porque el siguiente album que publicaron cambió de tercio completamente, y volvió a lo más infantil-juvenil. El que yo digo es:
3. Fronteras cósmicas (Sur les frontières, 88)

Los siguientes son bastante buenos pero con una historia un poco menos relevante. ¿Que qué quiero decir con ese adjetivo ambiguo? Pues que la historia no te impresiona tanto, que parece una anécdota irrelevante frente a las de los albumes anteriores:
4. El imperio de los mil planetas (L'empire des mille planètes, 1971) (este era de mis favoritos cuando era pequeño, y tiene cosas muy muy chulas que son de lo más conocido de la serie)
5. Bienvenidos a Alflolol (Bienvenue sur Alflolol, 1972)
6. El país sin estrella (Le pays sans étoiles. 1972)
7. Mundos ficticios (Sur les terres truquées, 1977)

8. La ciudad de las aguas turbulentas (La cité des eaux mouvantes, 1970)
El primer album que se publicó de la serie. Está bien, pero evidentemente aún tenían mucho que aprender los autores. En particular el dibujo es un poco ridículo, si lo comparas con los siguientes. Algo así como lo que le pasaba a Uderzo en sus primeros albumes. Y el guionista, Chritin, no es Goscinny, que se salía SIEMPRE y desde el principio. Se le nota la novatez tanto como al dibujante.

A continuación, los albumes de los años 80. Son series de dos libros cada una. Hay que leérselos de dos en dos, porque la historia se cuelga a la mitad de cada pareja. Están muy bien escritos, pero no me terminan de convencer. Para alguna gente serían los mejor y más maduro de Valerian, pero ya ves que para mí se van al puesto 9-12.
9. Metro Châtelet dirección Casiopea (Metro Châtelet direction Cassiopée, 1980)
10. Brooklyn Station término Cosmos (Brooklyn Station terminus Cosmos, 1981)

11. Los espectros de Inverloch (Les spectres d'Inverloch, 1984)
12. Los rayos de Hipsis (Les foudres d'Hypsis, 1985)

13. El círculo del poder (Le cercle du pouvoir, 1994)
Muy entretenido. Los decorados de "El quinto elemento" vienen en gran parte directamente de este álbum.

Hasta aquí, los trece albumes que para mí merecen la pena. Lo demás en mi opinión es completamente prescindible.
14. Los habitantes del cielo. Atlas cósmico de Valérian y Laureline (Les habitants du ciel : Atlas cosmique de Valerian et Laureline, 1991) Bueno, este no es un cómic, sino un Atlas. Está entretenido, pero solo para fans.

15. Los héroes del equinoccio (Les héros de l'equinoxe, 1978) Este se supone que es una parodia de los cómics de superhéroes, según el autor del artículo, y a él le gusta. A mí no. Me parece bastante aburrido. [Actualización de gustos en 2009: lo volví a leer... ¡y ahora me encanta! Podría subir sin problemas al 4º o 5º puesto, sobre todo por lo bien dibujado que está, con unas composiciones de página muy divertidas]

16. Rehenes de Ultralum (Otages de l 'ultralum, 1996)
17. El huérfano de las estrellas (L 'orphelin des astres, 1998)
Estos dos son directamente una castaña y la triste constatación de que los autores han entrado en la vejez, o que ya no dibujan y tienen un equipo de negros que se dedica a hacer copy-paste de los titulos anteriores.

18. Las armas vivientes (Les armes vivantes, 1990) Para que te hagas una idea: el libro gira alrededor de un personaje que es comparable a Jar Jar Binks, pero un poco más penoso. Sí, como lo oyes: más penoso TODAVÍA.

> No si yo lo decia porque Rafa Marin dice que en Star Wars se notan
> muchas influencosa suyas, y por ver que tal.

Cito directamente del artículo: "Pero el caso cinematográfico más flagrante de « inspiración » en Valérian es el de la serie Star Wars : no hay que ser fan de Méziéres para detectar parecidos más que sospechosos. La taberna galáctica del primer film, los edificios de Tatooine, la estética general de « western espacial » de la serie, el Halcón Milenario, numerosos diseños de personajes tipo Jabba The Hutt, Yoda o los Ewoks, entre un largo etcétera, son puro Méziéres. El tema Star Wars es algo por lo que todavía le preguntan a Méziéres, y aunque hoy le reste importancia al asunto, en alguna entrevista antigua confesaba que cuando fue a ver la primera película salió del cine « maravillado, envidioso... ¡y furioso ! ». De hecho, cuando le inquieren por una posible adaptación al cine de Valérian, contesta que no, que para qué, si ya está La Guerra de las Galaxias. Más claro, agua."

La verdad, una de las razones de que me guste tanto Star Wars, es precisamente esa estética futurista similar a la de Valerian. Es cierto que el Halcón Milenario es clavado a la nave de Valerian. Pero muchas cosas, hay que reconocerlo, no se pueden atribuir más que a inspiraciones comunes, no al plagio. No creo que el encargado de efectos especiales se empollara los albumes de Valerian y los copiara por la cara. Pero que se los había leido en busca de ideas, seguro.
Otra película en que puedes ver la estética de Mezieres es "El quinto elemento". En este caso, fue un encargo directo. Yo disfruté como un enano de esa película, entre otras cosas por esos decorados. Sé que hay mucho detractor de ella, pero me parece que porque intentan verla como si se tratase de "Blade Runner" o "2001", con cara seria y mente de cineforum. Creo que si sus detractores la viesen pensando más en el tono infantil-juvenil de una historieta de la revista Spirou, se lo pasarían tan bien como yo.

En cuanto a la facilidad de encontrar los álbumes, ni idea. Los más modernos no debe ser difícil encontrarlos, pero alguno de los más antiguos, solo debe ser posible verlos en bibliotecas públicas.

Suerte con la caza y que disfrutes la lectura

Un saludo

shingouz

[Post del 2005: http://groups.google.com/group/es.rec.comics/msg/76c844265c7fd044 ]

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17 junio 2009

Daisy al sol

Me ha encantado. Es un cuento de Connie Willis de los que estaban en el zip que nos pasó feo ( http://rapidshare.com/files/173488362/CCF.rar.html )

La verdad es que le estoy cogiendo el gustillo a la forma de escribir de esta mujer: sus novelas y relatos empiezan de una manera un poco rara, no demasiado atractiva en general, lenta y mezclando temas humanos con técnicos, comeduras de coco, delirios y sueños medio recordados. En general, justo lo que no me gusta y que tanto repelús me da, tanto lo haga Hitchcock (no soporto "Vertigo") o cualquier escritor setentero de la New Wave.

Pero el caso es que Connie Willis me está encantando en su manera de usarlo: mediante esa forma algo titubeante de arrancar las historias, va creando ambiente, te va implicando con los personajes (a veces, de una manera incómoda: con disgusto por el personaje, no con
identificación con él) y, poco a poco, va construyendo una historia en la que, posiblemente, no haya dado puntada sin hilo y ha tratado dos o tres temas con bastante inteligencia. En esa línea me han encantado "El libro del día del Juicio Final", "Muerte en el Nilo" (qué gran homenaje a Agatha Christie), "Hasta la reina" y "La maldición de los reyes".

Pero este cuento, "Daisy al sol", ha entrado en mi ranking de cuentos favoritos que me han emocionado. Y si no lo habéis leído, corred a hacerlo, y no puedo decir más sin caer en el

SPOILER TOTAL Y ABSOLUTO
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no puedo decir más sin reventar el final y sin quitarle precisamente la gracia al desarrollo, capa a capa, de la historia que cuenta.

Es un cuento que va al lado de "Hoja de Niggle" en mi biblioteca sentimental. Trata la muerte con delicadeza y gracia. La muerte y la permanencia de las cosas que valen la pena.

A ese respecto, siento haber entristecido el otro día a Ninovska con el comentario dicho a la ligera sobre la muerte de las news, hablando de hecatombes y finales concluyentes a lo Andelkrag. Lo dije a la ligera, como se solía hacer en el grupo de teatro sin repercusiones, no aquí. Porque en realidad no lo pienso en absoluto: en la vida casi nada se acaba de forma grandiosa y concluyente, muriendo en su apogeo como Andelkrag o los héroes olímpicos, como soñaban los griegos. Esa
es una postura muy estética, pero no es la que he seguido nunca en la vida. Las cosas, siempre, son especialmente valiosas por los matices, incluso cuando languidecen y mueren. Lo pinta con una hipótesis muy de ciencia-ficción la Willis en ese cuento: qué quedará de nosotros cuando nos devore el sol, y eso que quedará será el amor a ese sol, los sueños con su calor, los miedos ya superados, o no, los recuerdos de los buenos momentos. Daisy al sol.

Y anda que no hemos acumulado todos recuerdos fantásticos de las news. Anda que no tenemos relaciones más o menos tenues, pero valiosas, como la de Niggle y su vecino, que perduran más allá de la muerte de las news o de la distancia. Me gustan estos dos cuentos porque, por contraposición con las "lágrimas en la lluvia" del replicante, resaltan el valor de esas pocas cosas que, aunque no lo parezca a los ojos de nadie más, sí que duran y permanecen, y siguen latiendo.

Ponerse tierno y empezar a rememorar momentos pasados, dicen algunos, es señal del final definitivo de algo. Como todo el mundo, yo tenía una pandilla de amigos en el colegio, de esos amigos dispares cuyo único punto en común es que tienen la misma inicial en el apellido y
por eso han pasado doce años juntos. Recuerdo una noche que pasamos casi en vela hablando y hablando como jamás habíamos hecho, cada uno confesando qué pensaba de cada uno de los demás. A la mañana siguiente, hubo alguno que firmó el parte de defunción del grupo de
amigos. Y claro que hemos cambiado, y nos ha alejado la vida, pero no es verdad que allí acabara todo: ¡si teníamos nada más que 20 años! Y aún nos vemos, y celebramos los niños y los cumpleaños, y llevamos más recuerdos de los que se encuentran juntos en muchas partes.

Por eso, porque me gusta "Hoja de Niggle" y me gusta "Daisy al sol", porque me gusta Portugal y las decadencias elegantes y de siglos, las fotos ajadas y los libros polvorientos, cuando hagamos nuestra hecatombe, mis libaciones serán por la larga vida de las news :-)

Un saludo

shingouz

Post de es.rec.ficcion.misc: http://groups.google.com/group/es.rec.ficcion.misc/browse_thread/thread/4dd786458a618b65#

18 diciembre 2007

¿Se equivocan siempre las masas? (Respuesta a un post de Tony sobre best-sellers, del 1 de agosto de 2005)

Hola a todos, aquí shingouz regresando de unas estupendas vacaciones en que apenas ha tenido que tocar el ordenador.

El poco tiempo que he tenido para leer lo he dedicado sobre todo a leerme "Alamut", de Vladimir Bartol, que me está gustando bastante. Tiene algunas reflexiones que responden, desde otro ángulo, a la pregunta de Tony: ¿Las masas siempre se equivocan?

Según el Viejo de la Montaña, Seiduna, el Profeta del ismaelismo, no sólo no se equivocan, sino que siempre aciertan, porque lo que ellas desean con suficiente intensidad siempre acaba por ocurrir. Si las masas esperan la venida de el Mahdi, el Mahdi vendrá. Aunque luego las masas piensen que mejor que no hubiera venido.

Estas y otras teorías filosóficas las coloca el autor del libro en medio de muy interesantes sucesos históricos de la historia de Irán que desconocía hasta ahora. Algunas de esas teorías que incluye suenan a un agnosticismo de lo más anacrónico, pero casi todas estan bastante ben trovatas.

Tony _Jobim Brazil ha escrito:

> ¿Acaso no fue el este año tan idolotrado Quijote un best-seller en su época?

En efecto, el Quijote fue un best-seller, y lo seguirá siendo mientras existan las Consejerías de Cultura o similares, creo.

El Quijote, además, es un buen libro en muchos aspectos. Siguiendo la analogía de Cris, que me parece útil, en el Quijote se han usado materiales de calidad, y ha sido pensado por un pedagogo competente, el señor Cervantes, de manera que el juguete obtenido entretiene y educa
a un tiempo. El diseño del juguete cervantino se ha ido quedando levemente anticuado (no está mal para cuatro siglos), por lo que a las nuevas generaciones nos cuesta meterle el diente a veces, pero sigue siendo un buen juguete.

Establecido esto (fue un bestseller, fue un libro entretenido, y además tiene calidad) a veces aún así me asalta una duda estremecedora: ¿es realmente la obra cumbre de la literatura española
o esto es algo que la masa glaciar de millones de lectores nos ha impuesto a todos? ¿Cómo sé que el tiempo invertido en leerme el Quijote no debería haberlo empleado leyendo "El diablo cojuelo", releyendo El Buscón de Quevedo, o buscando esa novela de fray Félix de Paravicino que nadie publicó pero que es realmente brillante y me hubiera gustado mucho más que el Quijote?

Aún más y peor, en las noches oscuras cuando sopla el viento del oeste me pregunto: ¿Tengo derecho a despreciar "El ocho" y no perder un nanosegundo leyéndolo como me han recomendado algunos amigos, cuando he dedicado meses de mi vida a leerme "El conde de Montecristo"? ¿No debería esforzarme por terminarme de una vez esos dos
códigos-da-vincis que me regalaron (uno del señor Brown, otro de una tal Matilde Asensi que en las seis primeras páginas promete... más de lo mismo), cuando he encontrado tiempo para leerme "La flecha negra" de Stevenson, que aunque sea de Stevenson es una novelucha barata de aventuras?

> ¿Que pensais al respecto? Yo tengo muy claro que no a la fuerza tiene que
> estar reñidas las ventas con la calidad literaria, el tiempo ya se ocupa de
> poner cada cosa en su lugar, si un producto es malo se olvidará, si es bueno
> perdurará.

Finalmente, eso es lo que más me preocupa y me quita el sueño: creo que no será así. Me temo que la Historia no siempre es justa, no recuerda preferentemente lo mejor, sino lo que hizo más ruido. De ahí que el calificativo de "best-seller" me parezca una de las

cosas más honradas que se le hayan ocurrido jamás a un director de marketing. Nada de "el mejor libro" ni de "el más entretenido". "El que mejor se vende". Por lo que sea, pero se vende.

Todo lo de Dumas, casi todo lo de Stevenson, todo Julio Verne o Conan Doyle, Becquer, Tolkien, Bradbury, Asimov y muchos otros de mis libros favoritos son o han sido best-sellers. Aunque a veces soy capaz de distinguir que su calidad no es alta, seguro que muchas veces mi juicio
está influido por esos mismos libros, que han sido mi educación literaria. Casi todos ellos han llegado a mí gracias a que los best-sellers se siguen publicando, sean buenos libros o no. ¿Cómo si
no iba a haber leido TODAS las leyendas de Becquer?

Y esa es mi tristeza: ¿cuántos buenos libros no leeré porque se han perdido para siempre como lágrimas en la lluvia, porque nadie los republica ni lee ni habla de ellos, porque en su momento no fueron bestsellers? ¿Qué libros estaré devorando bajo el prejuicio favorable de que son "clásicos" y estarán deformando irreparablemente mi gusto estético?

No tratéis de consolarme diciéndome que "siempre nos quedará la Cuesta de Moyano". Perdí la inocencia el día que descubrí que aquellos libros, añosos y polvorientos, también en su juventud fueron best-sellers.

18 marzo 2007

El último marciano empático

No es verdad que Tom La Farge muriera junto al embarcadero, aquella noche de septiembre del 2005. Desde luego que quedó muy malherido, y el guiñapo agonizante que recogieron Anna y el viejo La Farge tardó varios meses en recuperarse. Nunca volvió a ser el mismo Tom que antes, y menos mal. Aprendió la lección. Pero, se lo aseguro, no murió junto al embarcadero, diga lo que diga el viejo Ray. Ya saben ustedes lo que le gusta a Ray exagerar la nota dramática para enganchar al público adolescente.

Como les digo, Tom La Farge aprendió la lección. Cuando se recuperó, volvió a ser el mismo chico simpático, sensible a los deseos de su padre y su madre, siempre dispuesto a ser lo que ellos deseaban para él. Pero aprendió a limitar su círculo de amistades, a no juntarse con cualquiera y, sobre todo, a mantenerse firme en lo que sus padres habían inculcado en él. No volvió a correr detrás de unos y otros.

Cuando Anna murió, el viejo La Farge le dijo que debía buscarse una buena chica:

- Tom, a mí ya no me queda mucho para seguir a Anna. Siento que me está esperando en Green Lawn Park, que mi sitio está allí, junto a los dos.

- Tonterías, papá. Aún me tienes a mí y yo a ti.

- Oye, Tom, ¿por qué no invitas a la hija de Butterfield a ir contigo a la feria? Es una buena chica.

Tom invitó a Susan a ir a la feria. Tal y como le dijo su padre, estuvo encantador con ella. Para Susan fue el más guapo, el más divertido, el más atractivo, el más emprendedor, su príncipe azul, aquel con quien siempre había soñado.

Se casaron y él fue el novio más romántico y el camarada más agradable. Tuvieron hijos y él fue el padre más cariñoso y el marido más entregado, sin dejar por eso de labrarse una espectacular carrera como psicólogo laboral, especializado en el mentoring de directivos. Un hombre brillante, tal y como Susan siempre deseó.

Pero aquella tarde Susan había tenido un mal día. Ya se sabe que a veces en las discusiones uno se deja llevar por ideas poco razonadas:

- ¡Estoy harta de ti! ¡No eres más que un fracasado! ¡Y no me toques, sapo babeante!

Susan nunca entendió como había llegado allí aquel sapo aplastado por las ruedas de un camión, a la puerta de su casa. Ni tampoco logró entender por qué Tom la dejó de una manera tan fulminante, aquella noche, para no volver más.

Y es que hay gente que se lo toma todo al pie de la letra.